Esta magnífica marca de artículos deportivos es de nacionalidad italiana. Tiene una fuerte imagen de marca en torno al logo de la gran “F”.
En su origen se dedicaba a la confección de ropa interior. Fundada en la región de Piamonte en el año mil novecientos once. Da el salto al ámbito deportivo en mil novecientos setenta. Su deportista icono fue el sueco Björn Borg auténtica leyenda del tenis y pesadilla de un tal Mc Enroe.
Tuvo unos años bastante fructíferos en los ochenta y primeros noventa. Pero empezó a sufrir un declive conforme se acercaba en nuevo siglo. Fue comprada por un fondo de cobertura en dos mil tres. Finalmente en dos mil siete la enseña mundial de Fila fue adquirida societariamente por su filial coreana, Corea del sur por supuesto. Por un precio en torno a los cuatrocientos millones de dólares.
Desde entonces Fila ha vivido un resurgir imparable. Técnicas avanzadas de mercado unidas a la publicidad a través de los micro patrocinios vía redes sociales, los famosos influenciadores, creadores y afianzadores de tendencias de moda que ejercen su apostolado en youtube, instagram, Facebook , twitter, etcétera.
Algo tan sutíl como difícil como es el marketing guerrillero (o aparentemente guerrillero) es un arte para los directivos de Fila.
Hoy en día está en el top 10 de marcas más reconocidas en moda deportiva, todo un logro.
Tiene una estética retro-noventa muy lograda aunque pasada por el tamiz de los últimos diseñadores. Los artículos más vendidos son aparte de los complementos como riñoneras, minibolsos, bandoleras, mochilas… las sudaderas, camisetas, chanclas de pala y zapatillas.
Fila fue pionera en poner de moda hace pocos años las zapatillas ugly conocidas como Chunky sneakers, calzado excesivo casi derretido que hubiera sido un fracaso estrepitoso hace una década, pero que ahora es de lo más cool sobre todo entre las féminas.
Preparaos, porque vuelven con fuerza las lonas, ahí lo dejo.
Hay rumores de que un gran inversor está al acecho de hacerse con el control de Fila, seguiremos informando. Larga vida a la gran “F”.